viernes, 2 de diciembre de 2011

Comeres

El hambre.
Dios creó los seres, pero les dio necesidades. Cagamos y ensuciamos, pero a la vez fertilizamos. Somos débiles y nos necesitamos unos a otros, pero eso nos hace unirnos y crecer como sociedad. Dormimos por las noches y con eso dejamos de contaminar con nuestros ruidos y descansamos nuestros cuerpos y cerebros en esa maravillosa comunión química entre luz vida, noche y muerte, silencio y descanso -más allá de que algunos calores maten y algunas noches vivifiquen-.
Pero el hambre.
Por el hambre nos destruimos. Necesitamos comernos a otro. Más débil y chiquito o con menos tecnología. Establecemos esta primera jerarquía por la cual nos diferenciamos entre seres, gracias al hambre. Come primero el más fuerte. Matamos, eliminamos posibilidades de existencia, de disfrute, de penar, de vida, por hambre. Desde plantas y vacas hasta hombres atacados en la calle por un celular. Desde huevos hasta abortos por imposibilidad de mantener una familia.
Con lo que sobra nos vestimos. Pero no es para vestirnos que matamos. Si nos hubiésemos acostumbrado al frío y al calor, si no hubiésemos tenido que identificarnos y demostrar nuestros triunfos como cazadores o artesanos o economistas en las pieles o telas que nos cubren, no habríamos necesitado más abrigo que nuestra piel y nuestros pelos, como el resto de los animales.
Pero el hambre.
Todos los animales compartimos esta necesidad de interrumpir una vida para nutrir la nuestra.
Promete el profeta Isaías que un día "habitará el lobo con el cordero, la pantera se tumbará con el cabrito, el novillo y el león pacerán juntos; y un muchacho pequeño los pastoreará". Para eso, para lograr la paz, no tiene que existir el hambre. No significa que tiene que estar saciado, que no debe haber gente pobre. Significa que no tiene que existir la sensación, la necesidad.
Mientras tanto, esperamos la venida del Señor, la paz, felicidad e inexistencia de necesidades, en este tiempo de Adviento. Comiéndonos -los elegidos, los que entramos en tan alta categoría- a Dios sacramentado.