sábado, 3 de julio de 2010

Escribir, ¿es mejor que escribirse? ¿Sería más fácil si pudiéramos escribirles las vidas a todos los que nos rodean, a todos por los que nos preocupamos?
Es más fácil: Mi gato preferido fue atropellado por un tractor/ qué dolor, qué dolor.
Mi vieja se cansó de romper las pelotas y decidió suicidarse en serio. Por fin.
Mi novio hizo algo para estar conmigo. Cualquier cosa, para estar conmigo.
¿Y la mía? También es más fácil:

Hoy cuando me desperté
me sentí hermosa y tierna,
tenía ganas de cantar.
Salió un grito horrible: ¡fue!
¡Mando a todos a la mierda,
me voy al aire a volar!

Una sextina alterna, ¿no es hermosa? ¡Qué difícil meter las palabras en números limitados de sílabas y con rimas…! No, no es difícil. Es una pelotudez. Es fácil escribir. Basta animarse a hacerlo. Y si te sale mal, tenés otro papel. O lo comprás. O lo pedís.
Pero escribirse… ¿no es igual de fácil? En el fondo es la misma técnica: ponerse a ser. Donquijotear. Dejar las blandas plumas, convertirse en pluma uno mismo.
-¿Qué es lo difícil entonces?
-Supongo que escribir bien. Pero no contar las sílabas y verificar la rima, sino hacer literatura.
-¡Ah, ahí está la cosa! Porque yo escribo lo que me sale y estoy contenta, pero con mi vida ¡quiero hacer literatura! ¡Es mi única vida, quiero que sea LA vida, porque de hecho lo es, para mí!
-Y si lo es… ¡ya está! Ya es especial, sólo por ser.
-¿Ya es literatura?
-Nein! Nunca va a ser literatura. No intentes, porque nunca va a ser literatura.
-Pero pero pero pero
-¿Sabés que diferencia la literatura de casi cualquier otra cosa? Que es ficción. Por más realista que sea, por más que para vos la definición de literatura haya sido siempre “es la exageración de la vida misma, con los datos cambiados o no”, la literatura no deja de ser ficción. Por más que sepas que Cortázar era Oliveira y era Manú Traveler, sabés también que no era ninguno de ellos, aunque compartiera dires y sentires con ambos.
-Pero… ¡es! O sea… ¡puede ser! Si escribo que vuelo, siento que vuelo… es exagerado, puedo sentir que me libero…
-Vivir es vivir. Es acotado, sí. Pero también tiene unos límites que están muuuucho más allá de donde vos misma imponés que estén. Ahí es donde hay que taladrar con la cabeza pluma. Si querés, si tenés ganas. Eso es lo que podés hacer para vivir. Dejar de pensar, dejar de ‘escribir’ o ‘escribirte’, y dignarte a ser.
-Let me be
-Sep. I’ve got to let me be.

2 comentarios:

  1. ¿Ves? ¿Veo? ¿Qué necesidad tenía de hacer algo tan cerradito? ¿Por qué tenía que darle una conclusión? ¡Qué necesidad, che! ¡Si justamente eso me pasa, que no veo esa solución! Si la escribo, encima, ya la doy por entendida y sigo viviendo re bien. No mando a nadie a la mierda, sigo quedándome sin hacer nada para cantar... ¡y no vuelo! ¡no vuelo!

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  2. Estás completamente loca y eso me gusta.
    Está bueno tener las cosas en claro y no confundirse... yo cuando me creía una princesadragón, un indiscernible monstruo, casto y llameante a la vez; sentía que me merecía sufrir cada vez más..
    Es peligroso, y creo que acá estás retomando la idea de los límites de la que hablamos. Son límites confusos, temporales -a veces están más claros, a veces no-; que cambian, como nosotras, pero están.
    Viví bien nena, intentalo cada segundo, pero no estés tan pendiente de lo literario, nuestra vida no tiene que ser como aquellas que leímos, sino mucho mejor! Besitos!

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